Ella no ha dejado de ejercer durante toda la historia esa maternidad espiritual, bajo la que se recogen las funciones de corredentora, abogada e intercesora de sus hijos. Pero corresponde ahora a la Iglesia acoger totalmente esa maternidad espiritual de María (tal como la acogió Juan), proclamando dogmáticamente la verdad de la misma. Hasta que el hijo espiritual (la Iglesia) no proclame plenamente esta verdad, no permitirá que María desarrolle en todo su esplendor su maternidad para con la Iglesia y con la humanidad.
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Comentarios
Desengañémonos, lo que más le gustaría a María, mucho más que la proclamación de un quinto dogma mariano, es que todos quisiéramos de verdad ser santos. ¡Entonces sí que íbamos a ver lo que es bueno!
Le dijo la Virgen a Santa Catalina Labouré: “Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden.”
¡Pidamos, pues, y seamos santos!
Hay una operación en marcha, con cómplices involuntarios, para divinizar a María. Muestra de ello son, por ejemplo, las supuestas apariciones de Holanda, con una imagen de la Virgen que de manera sutil reemplaza a Cristo en la Cruz redentora, o, por poner un ejemplo más cercano y actual, la custodia diseñada por las dominicas del reto, donde se desplaza a Jesucristo del centro de la adoración eucarística.
Brilla por su ausencia en muchas acciones e iniciativas pretendidamente marianas "la dimensión cristológica, que subraya la única y necesaria mediación de Cristo", etc., etc..
La Madre de Dios es tan excelsa que como mejor se la describe es diciendo lo que no es: ¡No es Dios! Habiendo, pues, tanto donde elegir — basten las letanías lauretanas como botón de muestra— cuesta creer que no haya causa más razonable que defender. Por ejemplo, la maternidad espiritual de toda la humanidad, la cual bien podría fundamentar la cooperación esencial de María a la Redención que se quiere significar con el término de corredentora. De este modo, conseguiremos tal vez evitar alimentar sin quererlo un movimiento sutil pero cada vez más acusado en pro de convertir a María en una diosa.
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