Primer Misterio: La Resurrección gloriosa de nuestro Señor Jesucristo
Texto Bíblico (Lc 24,15.27-31a):
“Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. […] Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: ‘Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída’. Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron”.
Meditación:
Los dos discípulos de Emaús somos tú y yo. Ellos habían escuchado el anuncio de la resurrección a las mujeres, pero no las habían creído. Ambos estaban tristes, sin esperanza, desilusionados con Jesús y con ellos mismos. Como muchas veces tú y yo, que no entendemos el plan de Dios para nosotros y para el mundo. Pero Jesús resucitado se hace el encontradizo, y todo adquiere su verdadero sentido. La resurrección supone un hacer nuevas todas las cosas. De la mano de María, invitemos a Jesús a que se quede con nosotros y caminemos a la luz de la resurrección”.
Segundo Misterio: La Asunción de Jesús al cielo con su cuerpo glorificado
Texto Bíblico (Lc 24,50-53):
“Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios”.
Meditación:
En su última aparición, Jesús ascendió al cielo, a la derecha del Padre, tras dar el mandato misionero a sus discípulos de ir al mundo entero bautizando y anunciando el evangelio. Subió resucitado en cuerpo y alma, con la promesa de estar con nosotros todos los días hasta su venida gloriosa al final de los tiempos. La Iglesia, la barca de Pedro, surca los mares de la historia cumpliendo su misión, bajo la protección de María, nuestra Madre.
Tercer Misterio: El envío del Espíritu Santo sobre la Iglesia en Pentecostés
Texto Bíblico (Hch 1,14a; 2,1-4a):
“Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús […]. Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos del Espíritu Santo”.
Meditación:
Invoquemos también hoy nosotros un nuevo Pentecostés, una nueva efusión del Espíritu Santo sobre la Iglesia, para que se renueve en el mundo la eficaz expansión del evangelio. Seamos constantes en la oración con María, la Esposa del Espíritu Santo, pidiendo que se multipliquen los dones y carismas en la Iglesia, y pueda esta llevar a todos los pueblos el inmenso amor de Dios.
Cuarto Misterio: La Asunción de María Santísima en cuerpo y alma al cielo
Texto Bíblico (Ap 11,19–12,2.17):
“Se abrió en el cielo el santuario de Dios, y apareció en su santuario el arca de su alianza, y hubo relámpagos y voces y truenos y una fuerte granizada. Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; y está encinta, y grita con dolores de parto y con el tormento de dar a luz. […] Y se llenó de ira el dragón contra la mujer, y se fue a hacer la guerra al resto de su descendencia, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús”.
Meditación:
María Santísima está en el cielo como Jesús, es decir, resucitada y unida a su Hijo. Y en el Santuario del cielo Ella sigue siendo el arca de la alianza, la que trae en su seno al Salvador. Desde el cielo, vestida de la gloria del sol, María sigue defendiendo a sus hijos de los ataques del Enemigo, el dragón infernal. Además, intercede por todos nosotros maternalmente, aunque a veces le provoquemos dolores de parto cuando modela a Cristo en nuestros corazones.
Quinto Misterio: La coronación de María Santísima como Reina y Señora de cielos y tierra
Texto Bíblico (Jdt 15,9-10.13a):
“Cuando estuvieron ante ella, la alabaron a una voz diciendo: ‘Tú eres la gloria de Jerusalén, tú eres el orgullo de Israel, tú eres el honor de nuestro pueblo. Lo has hecho todo con tu mano. Has devuelto la dicha a Israel, y Dios se muestra complacido. La bendición del Señor todopoderoso te acompañe por todos los siglos’. Y todo el pueblo respondió: ‘¡Amén! ¡Amén!’ […] Y tanto ella como las demás se coronaron con ramas de olivo”
Meditación:
María ha sido coronada por Dios como Reina y Señora de todo el universo por ser su criatura más perfecta, la que ha respondido con plena santidad al plan de Dios, en el cual ella es la pieza clave. En ella se cumplen las palabras dirigidas a Judit que hemos escuchado, que la ensalzan por encima de toda criatura por haber vencido ella sola al enemigo y haber traído la dicha de la salvación a toda la humanidad. Aclamémosla también nosotros, coronándola con nuestro amor.