Primer Misterio: el anuncio del Ángel Gabriel a María, y la Encarnación del Hijo de Dios
Texto Bíblico (Lc 1,28-31):
“Salve, llena de Gracia, el Señor es contigo”. A estas palabras María se turbó y se preguntaba qué significaría tal saludo. Y le dijo el ángel: “Deja de temer María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre, Jesús”.
Meditación:
El misterio más grande de la historia de la salvación es que Dios se hizo hombre: asumió nuestra naturaleza humana para siempre. Y se encarnó gracias a María, su madre, de la que tomó toda su carne humana. Gracias a Ella Dios es de nuestra raza y ha podido redimir a todo el género humano. Por eso María es “la Mediadora del Mediador”.
Segundo Misterio: La Visitación de Nuestra Señora a su prima santa Isabel
Texto Bíblico (Lc 1,41-42):
Cuando Isabel oyó el saludo de María, el infante saltó en su seno e Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y dijo a grandes voces: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”.
Meditación:
Isabel, movida por el Espíritu Santo, es la primera en conocer el misterio de la Encarnación. No sólo bendice al Dios hecho hombre que está en el seno de María, sino que bendice a su madre. Porque como ya sucedió con Abraham, Dios en su sabia pedagogía quiere que bendigamos a sus elegidos para que su salvación llegue a todos: “en ti serán benditas todas las naciones de la tierra, pues bendeciré a los que te bendigan”.
Tercer Misterio: El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén
Texto Bíblico (Lc 2,6-7.13-14):
Se cumplió el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo reclinó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada. […] Y en seguido se juntó al ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo: “Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres, que Él ama”.
Meditación:
María dio a luz al Hijo de Dios, al que es en sí mismo la luz del mundo. Ella es la puerta por la que Dios entra en el mundo. Es el medio por el que la Gracia divina viene a todo hombre. Sin ella, Dios nunca habría llegado hasta nosotros, no habría sido uno de nosotros, no nos habría redimido, ni habría glorificado en sí mismo nuestra naturaleza humana. Por eso decía Santa Teresa de Calcuta que María era la necesaria colaboradora de la redención: porque “sin María no habría Jesús”.
Cuarto Misterio: La Presentación de Jesús en el templo y la purificación de María Santísima
Texto Bíblico (Lc 2,34-35):
“He aquí que este niño está destinado para ser caída y resurgimiento de muchos en Israel. Será signo de contradicción, y una espada atravesará tu alma, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones”.
Meditación:
El anciano Simeón anunció que el destino de Jesús, ser bandera discutida, estaba intrínsecamente unido al de su Madre: ser atravesada en su corazón por una espada de dolor. Esta profecía anuncia que ambos corazones, unidos desde el seno materno en un mismo latir, ofrecidos al Padre como víctimas vivas desde el primer momento, serán los que consumarán su ofrenda total en el sacrificio redentor de la cruz.
Quinto Misterio: El Niño Jesús perdido y hallado en el templo
Texto Bíblico (Lc 2,46-47.48-49):
A los tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, oyéndolos y preguntándoles. Todos los que le oían estaban admirados de su inteligencia y de sus respuestas. […] “Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo de ocuparme en los asuntos de mi Padre?”
Meditación:
María tuvo muchas penas que ofrecer al Padre desde el inicio: las dudas de San José, la fatiga del viaje a Belén, la huida a Egipto para salvar la vida… pero la más aguda fue tener perdido durante tres días a su hijo amado. Un sufrimiento que fue acomodando su dulce corazón a los designios misteriosos del Padre y preparándolo al dolor unido a la redención de la cruz. Pero todo dolor acaba en gozo vivido desde Dios, como el vivido por María al encontrar a su hijo en el Templo.
(Lc 1,41-42)