En la encíclica Quamquam pluries (1889), enseña que la Virgen Santísima “es verdadera madre de los cristianos, puesto que los ha regenerado en el Calvario entre los supremos dolores del Redentor”. En Octobri mense (1891) indica que todas las gracias nos vienen por María.
En la encíclica Adiutricem populi (1895) empleó por primera vez en un documento magisterial la expresión "maternidad espiritual" referida a la Virgen María con respecto a los cristianos. En Fidentem piumque (1896) expuso cómo la Virgen puede ser llamada mediadora.