En la encíclica Ad diem illud laetissimum (1904) aplica el término “corredentora” a la Virgen, la cual “ha sido asociada por Jesucristo a la obra de la redención y nos merece de congruo, como dicen los teólogos, lo que Jesucristo nos ha merecido de condigno”.
Bajo su Pontificado, la Sagrada Congregación para los Ritos se refirió a María como “la corredentora misericordiosa de la raza humana” (Acta Sanctae Sedis 41 [1908] 409).
Además, el Santo Oficio aprobó una oración invocando a María como “nuestra corredentora” (Acta Apostolicae Sedis 5 [1913] 364), y al año siguiente otra que llamaba a María “la corredentora de la raza humana” (AAS 6 [1914] 108). Así, todo católico puede invocar a la Virgen María con este título.