San Justino (+163) es el primero que consta utilizase el paralelismo entre Eva y María: si aquella trajo la desgracia y el pecado al género humano, ésta ha traído la salvación y la victoria. La Virgen María es la Nueva Eva, la Madre de la humanidad redimida.
Posteriormente, fue seguido por la mayoría de los Santos Padres en esta doctrina: San Ireneo, San Efrén (Sermo de Domino nostro), San Epifanio (Panarion 78,18,1-3), San Gregorio de Nisa (In Canticum Canticorum 13), San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín, San Pedro Crisólogo...