Martes, 06 Octubre 2020 13:29

Las lágrimas de María: La Salette

Escrito por Carlos Ruiz Saiz
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El 19 de septiembre de 1851, el obispo de Grenoble (Francia), Filiberto de Bruillard, proclama: "Juzgamos que la aparición de la Santísima Virgen a dos pastores, el 19 de septiembre de 1846, en una montaña de la cadena de los Alpes, situada en la parroquia de La Salette, del arciprestazgo de Corps, contiene en sí todas las características de la verdad, y que los fieles tienen fundamento para creerla indudable y cierta". Posteriormente el Santo Padre Pío IX aprobaría la devoción a la Virgen de la Salette y una liturgia propia siendo la forma de ese tiempo de expresar su aprobación. Se trató de la primera aparición mariana que se sometió a un proceso canónico, y en ella se establecieron los criterios fundamentales para dicha aprobación que duran hasta hoy.

f184d120c2c1308976e604bd66e4e76eQuizás ésta es la aparición más denigrada, marginada y calumniada. En contra de su fiabilidad se ha dicho que los niños mintieron, que luego llevaron una vida no testimonial, que la versión final del mensaje fue manipulada. Prácticamente, que la Iglesia cometió un error aprobándolo y que hoy queda simplemente como algo devocional.

No me quiero entretener en esto, pero simplemente desharé algún malentendido.

Respecto a la prevención que el Santo Cura de Ars tuvo hacia estas apariciones a raíz de la confesión del niño vidente, hay que decir que el mismo Cura de Ars, hacia el final de su vida, expresó su arrepentimiento por haber hecho esos juicios –al parecer el joven se confesó de haber mentido y San Juan Mª Vianney interpretó que se refería a las apariciones–; posteriormente el chico caería en el alcoholismo, aunque finalmente murió santamente. De hecho el Santo Cura de Ars se convirtió –en reparación– en un gran difusor de la medalla de la Salette, promovió peregrinaciones al lugar de las apariciones, etc.

La otra acusación a la que ya he aludido es la vida poco edificante de los niños después de las apariciones. Estudios actuales contestan a dicha acusación, aunque en cualquier caso recordamos que la veracidad de las apariciones y la fiabilidad de su mensaje no recae en la santidad de los testigos.

Finalmente, se ha llegado a decir que la imagen de un Dios castigador al que la Virgen tendría que estar sujetando el brazo, lleno de ira, como si ella fuese más misericordiosa que Jesús, es propia de un sentimentalismo subjetivo propio de la época, y que hoy no debe tenerse en cuenta. Y ciertamente –según explica el Card. Ratzinger acerca del lugar teológico de las apariciones– dichos mensajes cuentan con la psicología, la imaginación y las ideas religiosas de la época, pero eso no significa que pierdan valor o sentido, sino simplemente que hay que comprenderlo en su contexto.

Luego está la cuestión controvertida de los secretos. Melania y Maximin mandan un texto en 1851 y, con el conocimiento de ese texto, se hace la aprobación eclesiástica ya mencionada, aunque en ella nunca se hace referencia a dichos secretos. Luego Melania hace varias ampliaciones del secreto, la primera en 1858 y y la última en 1879. Sin embargo, es muy interesante conocer la historia de la diatriba acerca de su autenticidad que hizo tomar parte a varios papas como san Pio X y Benedicto XV, concluyendo finalmente que no se discutiese más acerca de este tema porque no había claridad, sino que se fuese a lo que ya se conocía, que era suficiente. Sin embargo, se manifiesta la importancia y credibilidad que los Sucesores de Pedro le dieron al mensaje de la Salette, y también la influencia que tuvo sobre los pastores y el pueblo, especialmente en Francia y Centroeuropa, hasta que fue acallada, arrinconada (es cierto que también por la importancia de las otras apariciones de Lourdes y Fátima) e incluso olvidados los documentos en los Archivos Vaticanos. Recientemente se han encontrado y publicado los textos originales de los secretos que mandaron los niños a Pio IX en 1851, y que recoge la tesis doctoral de un sacerdote francés, publicada en un libro junto al gran mariólogo René Laurentin con el permiso de Roma en el 2002. El texto enviado a la Santa Sede en 1851, recientemente encontrado en los archivos vaticanos es el siguiente:

f21d0951ef9907aefd921edbe39c8ea0El de Maximino es éste:

“El Papa será perseguido. Y su sucesor será un pontífice que nadie se espera. Lo que te digo sucederá en el próximo siglo, lo más tarde en los años dos mil. Un gran país del norte de Europa, hoy protestante, se convertirá. Antes de que todo esto suceda, habrá grandes desórdenes en la Iglesia y por doquier”.

El de Melania es éste:

“Esto será terrible, que algunos ministros de Dios y esposas de Jesucristo se consagrarán al mal, y al final en la tierra reinará el infierno. En ese momento el anticristo nacerá de una religiosa, pero ¡ay de ella! Varias personas le creerán porque les dirá que es aquel que ha venido del Cielo, pero ¡ay de aquellos que le creerán! No está lejos el tiempo, no pasarán dos veces cincuenta años”.

HISTORIA

Vayamos pues a la historia y posteriormente a los mensajes y su análisis, que es lo que realmente más nos interesa.

Sucedió este gran acontecimiento en una meseta montañosa al sudeste de Francia, cerca del poblado de La Salette. Un niño llamado Maximino Giraud, de once años, y Melanie Mathieu, de quince años, estaban cuidando el ganado. El sábado 19 de septiembre de 1846 el día estaba muy caluroso y los dos jovencitos acordaron comer su almuerzo en un lugar sombreado. Melanie había descubierto que Maximino era muy buen niño, simple y dispuesto a hablar de lo que ella deseara. Era muy flexible y juguetón, así como un poco curioso. Llevaron el ganado a una pequeña quebrada y encontrando un lugar agradable decidieron tomar una siesta. Ambos durmieron profundamente. Melanie fue la primera en despertar. El ganado no estaba a la vista, y entonces rápidamente llamó a Maximino. Juntos fueron en su búsqueda por los alrededores y lo encontraron pastando plácidamente.

Los dos jóvenes volvieron en búsqueda de sus utensilios al lugar donde habían tomado su almuerzo y, cerca de la quebrada en donde habían echado la siesta, divisaron un globo luminoso que parecía dividirse. Melanie preguntó a Maximino si él veía lo que ella estaba viendo. “¡Oh Dios mío!”, exclamó Melanie dejando caer la vara que llevaba. Algo fantásticamente inconcebible la inundó en ese momento y se sintió atraída por algo, con un profundo respeto, llena de amor y con el corazón latiéndole más rápidamente. Vieron a una Señora que estaba sentada en una enorme piedra. Tenía el rostro entre sus manos y lloraba amargamente. Melanie y Maximino estaban atemorizados, pero la Señora, poniéndose lentamente de pie, cruzando suavemente sus brazos, les llamó hacía ella y les dijo que no tuvieran miedo. Agregó que tenía grandes e importantes nuevas que comunicarles. Sus suaves y dulces palabras hicieron que los jóvenes se acercaran apresuradamente. Melanie cuenta que su corazón deseaba en ese momento adherirse al de la bella Señora.

La Señora era alta y de apariencia majestuosa. Tenía un vestido blanco con un delantal ceñido a la cintura; no se podría decir que era de color dorado, pues estaba hecho de una tela no material, más brillante que muchos soles. Sobre sus hombros lucía un precioso chal blanco con rosas de diferentes colores en los bordes. Sus zapatos blancos tenían el mismo tipo de rosas. De su cuello colgaba una cadena con un crucifijo. Sobre la barra del crucifijo colgaban de un lado el martillo y del otro las tenazas. En su cabeza una corona de rosas irradiaba rayos luminosos, como una diadema. En sus preciosos ojos había lágrimas que rodaban sobre sus mejillas. Una luz más brillante que el sol, pero distinta a éste, le rodeaba.

Le dijo a los jovencitos: "La mano de mi Hijo es tan fuerte y pesada que ya no puedo sostenerla, a menos que la gente haga penitencia y obedezca las leyes de Dios. Si no, tendrán mucho que sufrir. La gente no observa el Día del Señor, continúan trabajando sin parar los Domingos. Tan solo unas mujeres mayores van a Misa en el verano. Y en el invierno cuando no tienen más que hacer van a la iglesia para burlarse de la religión. El tiempo de Cuaresma es ignorado. Los hombres no pueden jurar sin tomar el Nombre de Dios en vano. La desobediencia y el pasar por alto los mandamientos de Dios son las cosas que hacen que la mano de mi Hijo sea más pesada".

3e0ba1186a795dcaa40f1ed8488a5514Ella continuó conversando y les predijo una terrible hambruna y escasez. Dijo que la cosecha de patatas se había echado a perder por esas mismas razones el año anterior. Cuando los hombres encontraron las patatas podridas, juraron y blasfemaron contra el nombre de Dios aún más. Les dijo que ese mismo año la cosecha volvería a echarse a perder y que el maíz y el trigo se volverían polvo al golpearlo, las nueces se estropearían, las uvas se pudrirían. Después, la Señora comunicó a cada joven un secreto que no debían revelar a nadie, excepto al Santo Padre, en una petición especial que él mismo les haría.

La Señora agregó que si el pueblo llegara a convertirse, las piedras y las rocas se convertirían en trigo y las patatas se encontrarían sembradas en la tierra. Entonces preguntó a los jovencitos: "¿Hacéis bien vuestras oraciones, hijos míos?" Respondieron los dos: "¡Oh! no, Señora; no muy bien". A lo que contestó la Señora: "¡Ay, hijos míos! Hay que hacerlas bien por la noche y por la mañana. Cuando no podáis hacer más, rezad un Padrenuestro y un Avemaría; y cuando tengáis tiempo y podáis, rezad más".

Con su voz maternal y solícita les termina diciendo: "Pues bien, hijos míos, decid esto a todo mi pueblo". Luego continuó andando hasta el lugar en que habían subido para ver dónde estaban las vacas. Sus pies se deslizaban, no tocaban más que la punta de la hierba sin doblarla. Una vez en la colina, la hermosa Señora se detuvo. Melanie y Maximino corrieron hacia ella apresuradamente para ver a donde se dirigía. La Señora se elevó despacio, permaneciendo unos minutos a unos metros de altura (aprox. 3-5 m.). Miró al cielo, a su derecha y a su izquierda, ante los ojos de los niños, y se confundió con el globo de luz que la envolvió. Éste subió hasta desaparecer en el firmamento.

A la mañana siguiente, Melanie y Maximino fueron llevados a ver al párroco. Era un sacerdote de edad avanzada, muy generoso y respetado. Al interrogar a los jóvenes, escuchó todo el relato, ante el cual quedó muy sorprendido y realmente pensó que ellos decían la verdad.

En la Misa del domingo siguiente habló de la visita de la Señora y su petición. Cuando llegó a oídos del obispo que el párroco había hablado sobre la aparición desde el púlpito, éste fue reprendido y reemplazado por otro sacerdote.

Surgió una fuente cerca del lugar donde la Señora se había aparecido, y el agua corría colina abajo. Muchos milagros empezaron a ocurrir. Las terribles calamidades que fueron anunciadas se empezaron a cumplir. La terrible hambruna de patatas de 1846 se difundió, especialmente en Irlanda, donde muchos murieron. La escasez de trigo y maíz fue tan severa que más de un millón de personas en Europa murieron de hambre. Además, una enfermedad afectó a las uvas en toda Francia.

MISIÓN DE LA SALETTE, HOY

San Juan Pablo II envió una carta en el aniversario de las apariciones, que recoge en mi opinión esa misión:

"En este lugar, María, la madre siempre amorosa, mostró su dolor por el mal moral causado por la humanidad. Sus lágrimas nos ayudan a entender la gravedad del pecado y del rechazo a Dios, mientras que manifiestan al mismo tiempo la apasionante fidelidad que su Hijo mantiene para con cada persona, aunque su amor redentor está marcado con las heridas de la traición y abandono de los hombres.
La Salette es un mensaje de esperanza, puesto que nuestra esperanza se apoya en la intercesión de la Madre de los hombres".

 

 

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