La Ventana de Fátima
La Ventana de Fátima es un blog donde se reflexiona en abierto sobre temas de interés para el FMD, que nace desde el "Aula de Teología desde el Corazón de Cristo" de la Diócesis de Getafe (puedes seguir su canal de YouTube en: https://www.youtube.com/channel/UC_d600iIXOtQzORJbOwoXaw). Tiene cierto interés en fijar su mirada en el Sagrado Corazón de Cristo y en el Inmaculado Corazón de su Madre, María Santísima.
A continuación encontrarás los artículos del blog, que se irán publicando periódicamente. Aparecerán en primer lugar los más recientes.
Descubre más leyendo estos artículos y déjanos tu comentario.
El Corazón de Cristo, salvación del hombre
Escrito por Mons. José Rico PavésCon esta charla impartida por D. José Rico Pavés, obispo auxiliar de Getafe, el 16 de octubre de 2018, se inició el ciclo diocesano de conferencias impartidas en la Parroquia de San Salvador de Leganés como preparación al Centenario de la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús. Pincha aquí para escuchar la grabación de la conferencia.
La devoción a la Virgen del Carmen está íntimamente ligada a las ánimas benditas del purgatorio, de donde María es Reina y protectora. Es por tanto una devoción muy llena de caridad fraterna, ya que honrando a la Madre del Carmen nos acercamos con cariño a todas esas almas, ya salvadas, que están en camino a la plenitud de la Gloria. Amando pues a las benditas ánimas, agradamos mucho a la Virgen María que las visita y seguramente acorta también su tiempo de llegada al Cielo. Pero vamos a repasar los fundamentos de todo esto:
Con motivo del Centenario de la consagración de España al Corazón de Jesús, la Comisaría para el Centenario junto con el Aula de Teología desde el Corazón de Cristo de la Diócesis de Getafe han organizado un interesantísimo ciclo de charlas sobre la espiritualidad del Sagrado Corazón de Cristo. La entrada es gratuita y sin inscripción.
Corazón de Cristo VI: Luis Mª Mendizabal, SJ
Escrito por Rubén Herraiz y María RiveroEl P. Mendizabal, fue «apóstol del Corazón de Cristo en nuestro tiempo, padre, maestro y guía de muchos que hemos encontrado en su testimonio, como hijo fiel de San Ignacio, y en sus enseñanzas, una antorcha luminosa para caminar entre las tinieblas de este mundo experimentando la fuerza del “amor más grande”, el que brota para siempre del Corazón glorioso de Nuestro Señor»[1]. Fue profesor de Ascética y Mística en la Universidad Gregoriana de Roma (1956-1966), presidente del Secretariado Nacional del Apostolado de la Oración (1968-1970) y, durante quince años, director Nacional del Apostolado de la Oración y de la revista Reino de Cristo (1979-1994). En los últimos años fue confesor en la iglesia de los jesuitas de Toledo y en el Colegio de San Ignacio de Alcalá de Henares.
Corazón de Cristo V: Marie-Joseph Le Guillou OP
Escrito por Rubén Herraiz y María RiveroMarie-Joseph Le Guillou O.P. (1920-1990) fue nombrado perito en el Concilio Vaticano II a partir del segundo período. Tras la clausura del concilio publicó El rostro del Resucitado (Encuentro, Madrid 2012), una espléndida introducción teológica a la enseñanza del Vaticano. Fundador y primer director del Instituto de Estudios Ecuménicos del Institut Catholique de París, miembro de la Comisión Teológica Internacional y secretario de la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre el sacerdocio en 1971. Amigo de Henri de Lubac, Hans Urs von Balthasar y Joseph Ratzinger, para afrontar la crisis de los años setenta del siglo pasado propone la recuperación de la lectura hermenéutica de la tradición católica en volúmenes como El misterio del Padre (Encuentro, Madrid 1998), El Inocente (Monte Carmelo 2005), y Los testigos están entre nosotros. Murió el 25 de enero de 1990 en el Priorato de Béthanie de las Benedictinas del Sacré-Coeur de Montmartre (Blaru, Francia), donde se había retirado en 1979[1].
Corazón de Cristo IV: Beato Bernardo Fco. de Hoyos
Escrito por Rubén Herraiz y María RiveroBernardo de Hoyos (1711-1735) fue un joven estudiante y novicio jesuita en Valladolid, de grandísima influencia en la espiritualidad católica española, especialmente en los ss. XIX-XX, debido a las apariciones místicas del Corazón de Jesús. Recibe del Señor la “Gran promesa”: «reinaré en España y con más veneración que en otras partes».
Corazón de Cristo III: San Claudio de la Colombière
Escrito por Rubén Herraiz y María RiveroSan Claudio de la Colombière (1641-1682), sacerdote jesuita, entro en la Compañía de Jesús antes de cumplir los dieciocho años en 1658, e hizo sus primeros votos religiosos dos años más tarde. Su maestro de novicios dijo de él: “es un joven de prudencia superior a su edad, de juicio sólido y de notable piedad. A su fervor no parecen inasequibles las más altas virtudes”[1]. El 2 de febrero de 1675, día de su trigésimo cuarto cumpleaños, los superiores le concedieron la profesión solemne y, sin terminar la tercera probación, le enviaron como superior a una exigua residencia-colegio de tres padres, en la pequeña ciudad de Paray-le-Monial, donde fue confesor y director espiritual de santa Margarita María de Alacoque.
Corazón de Cristo II: Santa Margarita Mª de Alacoque
Escrito por Rubén Herraiz y María RiveroMargarita María de Alacoque (1647-1690)[1], figura clave en la espiritualidad del Sagrado Corazón, fue religiosa de la Orden de la Visitación fundada por san Francisco de Sales y santa Juana Francisca de Chantal, desde el 1671 (año en que ingresó en la Orden a los 23 años) hasta el final de su vida. Considerada una de las grandes místicas, el Señor llevó a santa Margarita por un camino extraordinario de revelaciones místicas, de entre las que se destacan 4 grandes revelaciones que se dan entre 1673 y 1675.
Corazón de Cristo I: San Juan Eudes
Escrito por Rubén Herraiz y María RiveroSan Juan Eudes (1601-1680)[1]es considerado precursor de la devoción a los sagrados corazones, entendiendo que con santa Margarita María de Alacoque hay un nuevo resurgir, con fuerza, de esta corriente espiritual que nace ya con el apóstol san Juan[2]. Eudes, que consagra su familia religiosa a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, compuso el oficio y la misa propia de la fiesta del Sagrado Corazón, con aprobación del obispo local, años antes de las revelaciones de Paray-Le-Monial. Por eso, el Papa León XIII, al proclamar en 1903 la heroicidad de sus virtudes, lo denominó “Autor del Culto Litúrgico al Sagrado Corazón de Jesús y al Santísimo Corazón de María”
Tenemos que dar gracias a Dios por la visión que nos ha dado el Concilio Vaticano II sobre la Virgen María. Una perspectiva más bíblica, a la luz de los Santos Padres, potenciando la importancia de la liturgia y con un gran sentido pastoral, como lo manifiesta nuestro Papa Francisco.
En esta línea me llama poderosamente la atención una frase del Concilio. Dicha frase viene al hablar de la Madre del Mesías en el Antiguo Testamento. Dice así: “Ella (la Madre del Redentor) sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que confiadamente esperan y reciben de Él la salvación” (LG 55).
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El sí de María al ángel es ante todo gracia. No es simplemente su respuesta humana al ofrecimiento de Dios; hasta tal punto es gracia, que es, a la vez, la respuesta divina a toda su vida. Es la respuesta de la gracia en su espíritu a la gracia depositada en su vida desde el principio. Pero ese sí es igualmente la respuesta que la gracia esperaba, que María pronuncia al no desoír la llamada de Dios. Y no desoír significa para ella ponerse a disposición de la llamada con una donación total. Donarse con toda la fuerza y la profundidad de su ser y de sus capacidades; donarse, pues, simultáneamente en la fuerza y en la debilidad: en la fuerza de aquella que está pronta para toda disposición de Dios, y en la debilidad propia de aquella sobre la que ya se dispuso, la que es lo suficientemente débil como para reconocer el poder de quien interpela, y, de nuevo, lo suficientemente fuerte como para ofrecerle sin reservas la propia vida.
El 1 de noviembre de 1950, el venerable Papa Pío XII proclamó como dogma que la Virgen María «terminado el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial». Esta verdad de fe era conocida por la Tradición, afirmada por los Padres de la Iglesia, y era sobre todo un aspecto relevante del culto tributado a la Madre de Cristo. Precisamente el elemento cultual constituyó, por decirlo así, la fuerza motriz que determinó la formulación de este dogma: el dogma aparece como un acto de alabanza y de exaltación respecto de la Virgen santa. Esto emerge también del texto mismo de la constitución apostólica, donde se afirma que el dogma es proclamado «para honor del Hijo, para glorificación de la Madre y para alegría de toda la Iglesia».
Presentamos a continuación una meditación mariana periódica, extractando sucesivamente los textos del libro Ancilla Domini / María en la Redención, de Adrienne Von Speyr (Suiza, 1902-1967), editado en su traducción al español por la Fundación San Juan en la República Argentina, en 2005:
La siguiente enumeración contiene y expresa el ideario de nuestro Blog, la Ventana de Fátima: