Valga como introducción estas maravillosas palabras de Madre Clara sobre María y su mediación:
La Santísima Virgen merece nuestro amor, por los beneficios que nos ha alcanzado, por los bienes que en esto granjearemos, por lo mucho que nos ama y está solícita de nosotros, siendo nuestra abogada; por su grandeza y dignidad, por ser nuestra Reina, por ser nuestra Madre, por su hermosura de alma y cuerpo, por sus admirables virtudes, por su grande agradecimiento, por ser honra nuestra, por ser gusto de Dios y por el amor que a nuestro Redentor, Jesús, debemos, por el cual hemos de amar a su Madre, aunque ella no fuera tal, ni nos hubiera así obligado.
Es tanto lo que ama Dios a María y lo que gusta que la amemos y sirvamos, que ha determinado de no hacer, ni conceder gracia que no sea por su medio; por lo cual, dijo San Bernardino, que tenía jurisdicción en los dones del Espíritu Santo. El común sentir de los Padres de la Iglesia, es que no se despacha gracia del Trono de Dios, que no sea por María, pidiendo ella para nosotros las mercedes que aún no la pedimos ni es posible que la pudiéramos pedir tantas gracias como ellas nos recaba, estando continuamente alcanzándonos mil bienes y haciendo oficio de solícita y tierna madre, cuando más descuidados estamos, de modo que de ella depende todo el bien del mundo. Todo bien nos hace María, porque en todo lo que hace Dios, ella interviene con gran deseo de nuestro bien.
1) MARÍA CORREDENTORA
Madre Clara considera con toda naturalidad, como un dato adquirido de la fe cristiana, que la Virgen Dolorosa, con los sufrimientos vividos al pie de la cruz, es la Corredentora de la humanidad. Habla así a las novicias en el capítulo de un Viernes de Dolores, tras mencionar los padecimientos de la Virgen:
"Debemos agradecerle muy de corazón estos dolores que por nosotros ha sufrido y debemos aprender las enseñanzas que por medio de ellos tan tiernamente nos prodiga. Nuestro Señor Jesucristo se hizo hombre “para redimirnos y darnos ejemplo de vida”. La Virgen Santísima es también nuestra corredentora y nuestro modelo después de Jesús y, en esta fiesta, quiere enseñarnos con su ejemplo, con su maternal ternura, de modo especial, a saber sufrir, a sufrir bien".
"La expresión más verdadera y más hermosa del amor es el dolor. Jesús nos dijo, en la noche de sus ternuras, que 'nadie ama más que aquel que da la vida por sus amigos'. Él nos amó hasta el fin y porque nos amó se entregó por nosotros a la muerte y muerte de cruz. Podría habernos redimido de otro modo, pero no podría manifestarnos mejor su amor que sufriendo infinitamente más de lo que nosotros podemos comprender. Así la Virgen Santísima nos ha dado por sus Dolores esta misma expresión de su amor, y bien puede repetirnos a cada una de nosotras como las madres suelen repetir a sus hijos más tiernamente amados: '¡Hija mía, cuantos dolores me has costado!'”
"Sufrir bien es sufrir con Jesús, por Jesús, como Jesús; con María, por María, como María. Como Jesús, que fue conducido al suplicio como un cordero que no abre la boca para quejarse; como María, la mansa ovejita que sigue a su Hijo Divino sin rebelarse contra aquellos que se lo maltratan..., antes bien, los perdona, los ama, quiere y pide su salvación. Así nos ama, nos perdona y quiere salvarnos a nosotras que como aquellos verdugos, maltratamos a Jesús con nuestros pecados..."
"Aprendan, pues, las Novicias a formarse en el Noviciado dignas esposas de Jesucristo crucificado, animándose a seguirle como le siguió María, que también tenemos que ser con María corredentoras; sufriendo en nuestros miembros, en nuestro cuerpo y en nuestra alma, como nos dice el Apóstol, lo que falta a la Pasión de N. Señor. Quiero que mediten estas cosas en lo íntimo de su corazón, y que se habitúen a tenerlas en cuenta en la vida práctica en esas ocasiones que con tanto amor suele la Providencia presentarnos en demanda de correspondencia: contrariedades, humillaciones, sacrificios, privaciones, molestias, dolores, luchas, en todas estas cositas abandonarse en manos de esa Providencia amorosa, haciéndose manejables por los instrumentos que Él quiera, que no debemos mirar nunca al instrumento sino al amor con que lo maneja nuestro Padre celestial... Encomendándonos a la Virgen de los Dolores para conseguir esta gracia, recen el Ave María".
En las MEDITACIONES DEL SANTO ROSARIO, señala al hilo del primer misterio doloroso: "se arranca de María, que con encendidísima caridad, fortaleza y serenidad, acepta esta separación corporal de su Hijo y su Dios, a quien sólo Él sabe cuánto le ama, al que se une como nosotras no podemos comprender, para participar en su dolor y ser nuestra corredentora". Más adelante, en el misterio de la crucifixión y muerte de Jesús, reflexiona así: "También el corazón de la Madre más tierna siente los clavos y el descoyuntar de los huesos de su amantísimo Hijo y su Dios. Siente su sed, sin poder aliviarle más que con su mirada maternal. Escucha sus palabras de perdón, nos recibe por hijos a nosotros y ruega por nosotros tan pecadores. Con tal Redentor que nos promete el paraíso, con tal Madre que nos encomienda, ¿qué no esperará nuestro corazón contrito y humillado? ¿Y no nos animamos y nos ofrecemos a colmar la sed del Señor en uno de sus sentidos misteriosos, deseando continuar en nosotros los dolores de su Pasión? Sí mamá, que nuestros dolores aceptados con amor sean una prolongación de los dolores de Cristo y seremos sus corredentores.
Extraído de sus cartas, tenemos esta preciosa observación: "¿Qué hace María para el mundo desde su primer instante?… Atraerle con su humildad, con su pureza y caridad, la Redención… Quia respexit humilitatem ancillae sua... Mirando la humildad de su sierva, el Padre anhelaba darnos cuanto antes por Ella a su Hijo; el Hijo suspiraba la Encarnación; el Espíritu Santo ansiaba llevar a efecto la obra más maravillosa de su amor…".
[1] Lc 1,48 “Porque ha mirado la humillación de su esclava”.
2) SOBRE LA IMPORTANCIA Y VALOR SALVÍFICO DEL REZO DEL AVE MARÍA (24 de marzo de 1957):
"Hoy debiéramos hacer seriamente el propósito de reforma universal en el rezo de esta oración, la mejor después del Padrenuestro, y bien podríamos tener la seguridad de que si de veras nos reformásemos y recitásemos el Ave María como lo recitó el Ángel en sus palabras: “Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor está contigo, bendita Tú entre todas las mujeres”; como la continuó Santa Isabel en las suyas: “bendito el fruto de tu vientre”, terminando con el nombre de Jesús que añadió el Papa Urbano, y luego rezáramos esas palabras: “Santa María etc.”, con el fervor con que la Iglesia las añadió en el Concilio de Éfeso en el siglo V, o sea, hace 15 siglos, el mundo se salvaría y sería un anticipo del Paraíso, porque se haría merecedor de las mejores gracias del Cielo, que como dice S. Antonio, sonrió a las palabras del Ave María. Acordémonos, pues, cada día de la explicación del Evangelio de hoy, y al comenzar nuestra santificación rezando siempre con toda nuestra mente, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, el Ave María. Después vendrá todo lo demás".
3) SOBRE LA POTENCIA SALVADORA DEL SANTO ROSARIO (30 de septiembre de 1956):
"Yo creo que si todos los cristianos rezásemos con la debida devoción y humildad el Santo Rosario, el mundo se salvaría y, si cada una de las Novicias se estimulase por imitar a los pastorcitos de Fátima y a Sta. Bernardita en el modo y constancia de rezar el Rosario, el mundo también se salvaría. [...]. Ahora pues, está en nuestra mano la salvación del mundo, si rezamos el Rosario con fe viva y humildad profunda, no rezarlo solamente de labios, sino de corazón, acompañándolo de una vida santa a los ojos de Dios". Y el 14 de octubre de ese mismo año: "Tenemos en nuestra mano la salvación del mundo, la santificación de nuestra alma, la buena marcha de la Comunidad, de la federación y todas las necesidades, pues el remedio de todo está en el Rosario".
4) SOBRE EL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA (tomado de una carta a Conchita):
"La suya [la carta de Conchita a M.Clara] quedó guardada en mi corazón para confidenciarla en el corazón de nuestra Madre María. ¡Oh, si Ella reinase en absoluto en nuestros corazones, cómo viviríamos de luz y amor!, ¡qué felices seríamos en esta vida de fe y caridad! y luego, en aumentos inconmensurables y eternos de dicha celestial. Tenemos a nuestra mano el Cielo que comienza en la tierra y que nos conduce a la Patria eterna..., y esto que no dura nada y que, como lo confesó Salomón después de gustar toda satisfacción y grandeza, es vanidad de vanidades y todo vanidad y aflicción de espíritu, nos atrae tanto... Vd. y yo vamos a estar muy unidas y a orar y trabajar para que todas las ovejitas de Jesús entren, vivan y apacienten en el Corazón de María, y allí, nada tendremos que temer... porque el demonio allá no entra, ni puede entrar y los tormentos no podrán dañarnos. Pidamos a los Ángeles que nos ayuden y ¡a llevar a todos a María!”. Y en otra carta dice: “No se olvide de mi cantarcito: 'En tu Corazón, María, vive siempre el alma mía y es oración y es unión con tu amante Corazón. En Él moro noche y día, y es tu Corazón mi Cielo, mi esperanza, Madre mía'”.
Amaba tanto el Corazón Inmaculada que decidió hacer el siguiente voto:
VOTO DE PERPETUA CLAUSURA EN EL CORAZÓN DE MARÍA Y DE SER SU PERPETUA ESCLAVA.
Inmaculada Virgen María, mi querida y adorada Madre.
Yo, Sor Clara, la más pequeña de tus hijas, anonadada en Ti y ante la presencia real de Jesús Sacramentado en la Santa Custodia, en la presencia de la Santísima Trinidad y de todos los Ángeles y Santos, y con el permiso de mi Director Espiritual, agradecida al beneficio dulcísimo de haberme dado en Ti acogida y morada, hago hoy voto de perpetua clausura en tu Purísimo Corazón y de ser tu esclavita perpetua. Desde hoy toda me entrego a Ti y todo te lo entrego, en el tiempo y en la eternidad, y queda encerrado y oculto siempre en Ti, no permitiéndome otra aspiración que la de amarte más y más, amar más y más a Jesús y ofrecerme en holocausto continuo y perpetuo, abrazando con amor los mayores dolores y martirios, porque ambos seáis conocidos y amados por todo el mundo, en todos los tiempos y eternidad, sobre todas las cosas.
Dígnate, Madre mía, bendecirme estos votos, ayúdame a cumplirlos fielmente hasta mi último aliento, que te ruego sea en la dulcísima clausura de tu Inmaculado Corazón.
PENSAMIENTOS MARIANOS TOMADOS DEL LIBRO "JESÚS, MI CENTRO":
- UNIÓN ÍNTIMA CON LA DOLOROSA, CUYO CORAZÓN ESTÁ CRUCIFICADO COMO EL DE JESÚS: Con María y como María, permanece serena, de pie, junto a la Cruz de Cristo, crucificado tu corazón con el suyo y fiel a tu deber.
- MARIA MEDIANERA: Gracias medianera mía, gracias, gracias, ¡Cuánto te debo!
- EN ELLA ESTÁ TODA LA GRACIA: Todo, todo lo tengo yo en mi Madre querida.
- SU MATERNIDAD DE LA HUMANIDAD LA RECIBIÓ EN EL CALVARIO: Mira a tu Madre María, tan reina de los humildes como de los mártires. Dios la hizo Madre nuestra en la plenitud de las humillaciones del Calvario.
- PRECIOSA PETICIÓN A AQUELLA QUE TIENE EL PODER DE TRANSFORMARNOS: María, Madre de amor, mírame con compasión, hazme amor para Dios y para ti.[Nótese que pide igualmente amar a Dios y amar a María]
- OTRA PETICIÓN PRECIOSA: Dirígeme, Madre mía, y haz que arda y se consuma mi corazón todo por Dios y por ti.
- IMPORTANCIA DE VIVIR EN EL CORAZÓN DE MARÍA: Achicarme de modo que María pueda llevarme dentro de su Inmaculado Corazón. En él vivir, sin que deje entrar en el mío ni salir de él nada que no haya pasado por el suyo.
- MARÍA INTERCESORA Y ABOGADA: Hazme firme en el propósito, Madre mía, y aunque mil veces caiga otras tantas tiéndeme tu mano maternal, que hasta mi último instante tú serás siempre la esperanza mía.
- MADRE DE LA HUMANIDAD, Y DE DIOS: María, infinitamente alejada de Dios por el ser, está incomparablemente cercana a El por su relación de Madre de Dios. Inmensamente distante de nosotros por su dignidad de Madre de Dios está incomparablemente próxima a nosotros por su relación de Madre de los hombres.