"La Santísima Virgen y su Hijo no tenían sino un solo corazón, una sola alma y una sola vida, de suerte que esta Señora, viviendo, no vivía para sí, sino que era su Hijo quien vivía en Ella.
Madre la más amante y la más amada que jamás pudiera existir" (San Francisco de Sales, Tratado del amor de Dios, libro 7º, caps. 13 y 14).